Sandra (II)

Cierra la reja que da a la calle, sin embargo, llega el momento titubeante del día.

–¡Demonios!.

Había tenido muchos de esos en los días recientes, en los meses recientes, en el año reciente. Mil pensamientos rondan su cabeza, el 99% de ellos negativos o no muy alentadores. Pero recuerda el desayuno del día de hoy, recuerda el ánimo con el que comenzó el día; la ropa planchada, limpia, sin arrugas, sin desperfectos.

–Hoy es el primer día, pensó.

Caminó hacia el lugar de la cita, la cita de trabajo, la primera vez que lo hacía, ignorando los pensamientos que venían dispuestos a arrebatarle su nueva disposición. Pocos consiguen trabajo a la primera, ¿por qué no iba a ser ella una de esos pocos? Hoy es el primer día...

Durante el viaje pensó muchas cosas, mucho pasado y poco futuro, muy distinto a como ponderaba sus pensamientos por la mañana. Sin embargo notó esto último, –hoy es el primer...

Le cayó una gota de agua en el ojo, un susto, un sobresalto, sorpresa, estaba fría. Cuando abrió el ojo todo se veía un poco diferente, en un instante no era una actitud positiva intentando luchar contra las vicisitudes recientes, sabía a donde iba, y sabía que iba a conseguir el puesto. No tenía dudas, tenía cifras, planes, fechas. Busco el origen de la gota que le acababa de mojar la pupila, pero el resultado fue nulo. Sería el último “fracaso” de ese y muchos días por venir...